EL VALLE: UN ANTES Y UN DESPUES
“El Valle ha dejado de ser piedra, para convertirse en carne”.
Este conjunto de palabras, lo explica todo. Nacidas de una experiencia, de un sentir, que expresa todo lo que el Valle ha significado para muchos de nosotros en este último año, y máxime cuando desde la Iglesia se nos habla de la importancia del testimonio y sin pretender que sea importante, hemos de manifestar el nuestro propio, como un refuerzo y un reencuentro con la propia Fe. Así, a raíz de una prohibición injusta, disfrazada e incomprensible en un país católico llamado España.
Lejos de entrar en el juego de lo que realmente fue y no pudo ser; porque la Fe es inagotable, basaremos nuestra experiencia en la riqueza espiritual y la grandeza de miles de almas que nos hemos unido a través de ese misterio que es la Fe.
Hemos descubierto, una parte de la Historia no buscada, no mostrada, que no nos puede dejar indiferentes a quienes hemos tenido ese privilegio de conocerla. Son muchos los que la han vivido, pero muchos más lo que la silencian y pocos los que hablan de ella.
A veces las prohibiciones nos descubren la verdad que se intenta ocultar y podríamos decir claramente que este ha sido un ejemplo de ello. Hemos descubierto no a la piedra, es decir, al monumento que ya conocíamos, sino la profundidad espiritual y el arraigo en la misma roca como es la Verdad. Nos hemos encontrado con una Historia sepultada, y también con una Verdad que no escapada a nadie, como es el Perdón.
La Santa Abadía del Valle de los Caídos, para muchos de nosotros se ha convertido en nuestra casa mayor, en nuestro “Altar Mayor”. ¿Qué ha cambiado en el Valle? TODO. Hemos descubierto del Valle, su verdadero significado.
Y así se convirtió en carne.
El Padre Abad D. Anselmo nos decía en sus homilías que se había hecho Comunidad. Y así es, así lo sentimos nosotras también. Adoramos el Valle por su significado, por la inmensa tragedia que encierra y por el Perdón para la Reconciliación de todas las almas, antes, ahora y siempre. Adoramos a nuestros benedictinos que nos enseñaron el camino correcto, la oración. Adoramos los cantos de la Escolanía que nos describen y enriquecen con sus angelicales voces las sagradas Misas. Sentimos la espiritualidad que cada piedra, cada árbol, cada nube o su mismo silencio inunda ese sagrado lugar.
Hemos entibiado nuestros labios bajo temperaturas gélidas en las improvisadas Misas de Campaña, con la oración, hemos abrigado nuestros cuerpos con los cantos de los niños de la Escolanía, hemos calentado nuestras manos al final de cada Misa, con ese caldito que nos preparaban con tanto cariño la Comunidad benedictina, que nos caía como “agua bendita”. Y hemos abierto nuestros ojos y se nos han llenado de Luz, al mirar al cielo y encontrarnos con la Santa Cruz: El Centro de todo.
Hemos descubierto senderos que nos han conducido a algunos, al camino verdadero.
Damos las gracias a San Benito, por guiarnos en esta Reconciliación, para la Conversión, y en ese especial reencuentro con la Fe.
Gracias al Espíritu Santo, presente siempre y a la Santísima Virgen del Valle. (Nuestra Virgen niña).
María míranos, si tú nos miras él también nos mirará.
http://www.youtube.com/watch?v=1VYbnfBFvdU
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